lunes, 21 de septiembre de 2009

«Bingoogle» (17.9.09/5)

Conversación interceptada ayer en Silicon Valley:

—Buenos días.

—Buen día, ¿qué desea?

—Querría contactar con los señores Page o Brin por favor.

—Están reunidos.

—¿Los dos?

—Sí, ambos.

—Es muy importante…

—¿Quién les habla, si es tan amable?

—Mi nombre es Bill Hates.

—¿Empresa?

—Soy el dueño de Necrosoft. ¿Le suena?

—La verdad que no... Aguarde en línea un momento.

—Se lo agradezco.

(Pasa la llamada)

—Señor Page, tengo en línea a un tal Bill Hates.

—¿Bill qué?

—Hates. Ya sé que usted odia que lo interrumpa en sus reuniones, pero éste señor dice que es el dueño de una funeraria y que es muy importante.

—¿Funeraria?

—Me dice que es dueño de la empresa Necrosoft o algo así…

—Ah, sí. Ya sé quién es, je je. Comuníqueme.

(Vuelve a pasar la llamada)

—Ja ja…

—¿Con quién hablo?

—Soy Larry. Estoy reunido señor Hates, ¿es urgente?

—Mucho gusto, Larry. Gracias por atenderme, seré breve.

—Psé. Lo escucho.

—Contactaba con ustedes para proponerles un…

—¿Un qué?

—No sé si llamarlo así, diría que una especie de «acuerdo».

—¿Acuerdo?

—Exacto, uno de mutua conveniencia, claro.

—Me parece que mutua no es la palabra más descriptiva.

—¿Porqué lo dice?

—Nosotros controlamos más del 80% del mercado mundial de búsquedas.

—Por eso.

—Ja ja, a pesar de ser yanqui, tiene usted un fino humor inglés. Discúlpeme, me da mucha risa porque nosotros somos la única empresa a la que usted lepropone algo, a las demás directamente se lo impone.

—Le hablo muy en serio. Mi empresa podría ceder y pactar, Larry.

—Veo que ahora empieza a entender sobre porcentajes, Bill.

—Lo que yo creo es que podemos crear un hermosísimo monopolio.

—Se equivoca. ¡Eso ya lo creamos hace 11 años Sergey y yo!

—Ehhh. (pesado silencio durante un par de segundos) 

—Usted me pide convertirse en rémora de un tiburón.

—No, le pido un pedacito de la presa de ese tiburón…

—¿A cambio de qué?

—De acabar con esto de la rivalidad, la competencia, imagínese.

—Imagínelo usted.

—¡Estoy harto! ¡Y viejo!

—Parece el Windows, je je.

—Por favor, no me ofenda…

—Es broma. ¿Perdió el sentido del humor ganando tantos billones?

—Volvamos a lo nuestro. Aunque ustedes tengan el 80% del mercado de buscadores, yo tengo otro monopolio, el de los «sistemas operativos». Si sumamos esos dos «dominios», seríamos —indiscutiblemente— casi casi los dueños de Internet. O sea, semidioses del siglo XXI.

—Yo sacaría el semi de adelante. ¡Por fin un motivo para justificar su llamada!

—Le propongo fundar Bingoogle, una fusión de los dos megabuscadores.

—Convénzame.

—Yo podría «aconsejar» a los fabricantes de computadoras que instalen de fábrica todas las aplicaciones de su empresa en más del 90% de las PC que se fabrican en todo el mundo.

—Ahora sí estamos empezando a hablar de igual a igual.

—Sería inimaginablemente monopólico.

—Yo diría que sería cuasi omnímodo.

Bingoogle equivaldría al poder absoluto.

—E invisible. Cómo le gusta esto del poder a usted, ¿eh?

—Es mi debilidad. ¡Y mi fortaleza!

—«Dont Be Evil» rezaba nuestro slogan cuando empezamos, ¿se acuerda?

—Algunas noches me atenaza el subconsciente y pienso que…

—¿Que con tanto poder es imposible no ser Evil, cierto?

—Eso mismo, Larry.

—Usted es zorro viejo en esas cuitas.

—Sí. Manejo más poder que muchos presidentes del mundo, ¡pero sin ministros! 

—¿Y usted me está proponiendo manejar todavía más poder?

—Sí. Es mi último sueño filantrópico.

Filantropofágico querrá decir.

(Incómodo silencio). Háblelo con Sergey, por favor.

Bingoogle. Sonar suena muy bien...

—Soñar sueño muy bien, sí. Aunque con pastillas para dormir.

—Adiós, tengo que volver a la reunión. Las puertas quedan abiertas, señor Gates.

—Y Bingoogle me abrirá las pocas que me faltan.

—Bill, definitivamente usted es un filantropófago incurable…

Amén.

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