Paralelamente, a medida que me integro en España (Barcelona), voy deshaciendo mitos, idealizaciones, la caricatura que me dibujaron cuando no la conocía se va difuminando, en la medida en que se va formando el negativo de la fotografía objetiva de lo que son realmente Barcelona y España. La caricatura se convierte en fotografía. La fotografía me gusta bastante menos que la caricatura que compré antes de fotografiarla in situ.
Es una dinámica mental inversamente proporcional. La antigua realidad se convierte en caricatura, cambiando mi opinión sobre Buenos Aires (y Argentina). La antigua caricatura de Barcelona (y España) se convierte en realidad, cambiando mi visión de España.
Dos caricaturas y dos realidades que cambian mi cosmovisión. Me cambian. Será por eso que nos gustan, tanto, las caricaturas. Las máscaras. El carnaval.
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