viernes, 23 de octubre de 2009

«WcDonald’s» (23.10.09/15)

No seamos hipócritas. WcDonald’s cumple, casi me atrevería a decir, una función social. ¿A quién no le ha salvado la vida ver esa curvilínea «W» mientras buscaba desesperadamente un «WC»?

¿De cuántos apuros nos ha sacado? Y cuando digo «apuros» me refiero a apuros con negrita y cursiva, sólidas razones para celebrar el logo rojo y amarillo y correr al fondo a la derecha poniendo cara de «Cajita Infeliz».

Pero WcDonald’s es mucho más que eso. Debemos reconocer su inconmensurable aporte cultural impulsando la destrucción de la cultura de la buena mesa y los hábitos alimenticios civilizados. Han logrado una ludización de un acto familiar y cultural fundamental como es la gastronomía. Y no es juego.

Si resulta cierto que «somos lo que comemos», WcDonald’s realmente es un «WC» en toda regla. El Imperio del Marketing ha convertido ya a dos generaciones en rehenes de nuestros hijos, sobrinos, nietos, que cuando ven la «W» no quieren correr al baño como nosotros, sino que corren desesperados a tragarse una cajita de algo de colores que se come.

El American Way of Die no solo entra por los ojos y los oídos. También existen los WcPollos y WcBurgers XXL. ¿Podría decirme dónde queda el toilette, por favor? Perdone señor, pero es solo para clientes. ¿Tiene el WcTicket de compra?

I’m Hatin’ It

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