El paso y el peso del tiempo me alivianan y me alivian, siento que un exuberante desierto me aflora por todos lados. Este presente (continuo) del mundo parece proponernos o imponernos un futuro indefinido, hijo de este pretérito imperfecto.
Vivimos encadenados a la «cultura del apuro», de la instantaneidad, del «no sé lo que quiero, pero lo quiero ahora mismo».
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