miércoles, 22 de agosto de 2012

«Primavera de Praga (deprava)»


Llegamos a Praga un 21 de marzo. Día de la Primavera, frío kafkiano. No te calaba los huesos, iba directamente a la médula ósea. Ciudad de ensueño conservada a 20 grados bajo cero. Una sola manera de sacarnos del freezer: alcohol, lo más puro posible. Conseguimos una petaca de ron malísimo. Nunca en nuestra vida tomamos tanto, ni tan desaforadamente, ni con tanto placer. Dábamos asco, escuchando nuestro propio glúglú y sintiendo el incendio interior como una salvación. Aquella noche entendimos a todos los borrachines de la República Checa.

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