lunes, 12 de abril de 2010

«Miopía» (12.4.2010/45)


















Miope. Mío pero tuyo. Tuyo, tú-yo, pero nosotros. No otros que éstos dos miopes que intentan desentrañar la maraña que nos envuelve.
Hay miopías que matan, que nos acercan a la ceguera. Atiborradas de dioptrías que nos alejan más y más del objetivo de nuestra mirada. De nuestra mirada objetiva.

Mi opio. Mi droga, mi tamiz personal de la realidad, transformando la realidad en mi realidad a medida, medida con mi propia vara, con ese “Metro Patrón” que nadie entiende más que yo.
Mi ceguera a medias, a medias tintas, mi elección personal desenfocada de cada día. ¿Mi manera de soportar la realidad real?

Mi opinión. La arquitectura de mi opinión se asienta sobre pilares hundidos en terrenos cenagosos, sobre Torres de Pisa inclinadas por la ideología. ¿Mi ideología o la que me hicieron creer?
Mi opinión puede acabar siendo mi opio, aunque debería ser mi tesoro, mi libertad, hija de mi libre albedrío y mi independencia, mi personalidad y miCogito, ergo sum. Nunca la Descartes, conciencia.

Miopía también puede ser mi opinión, pero no sería mi tesoro sino mi condena, mi Sísifo, mi eslabón perdido en mi cadena evolutiva. Está en nosotros no permitir(nos) que mi opio se transforme en miopía y acabe nublando mi opinión.

No hay comentarios: