jueves, 28 de mayo de 2009

Lógica de Cronos

Tres de la madrugada. La noche se duerme sobre sí misma, pero el tenaz reloj no me deja dormir sobre sus dos brazos desiguales, maldito sea. Sigue sumando y avanzando. Nunca se marea ni se harta de su monótona música. El paso y el peso del tiempo me alivianan y me alivian, siento que un exuberante desierto me aflora por todos lados.
Me da la falsa impresión de que la vida pasa y yo quedo inmóvil, estaqueado en un rincón, en un limbo ajeno al tiempo. Pero me equivoco. El que pasa soy yo, y ella la que permanece. 

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